Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://honeyhvlv715704.bloguerosa.com/37328169/francia-se-queda-sin-su-estrella-tras-el-cabezazo-de-zidane